jueves, 27 de diciembre de 2012

CONVERSANDO CON ALEJANDRA


           


                                         A Alejandra Pizarnik (In memoriam).

"He tenido muchos amores -dije-
pero el más hermoso fue mi
                                   amor por los espejos". A. P.


            Rafael Roldán Auzqui
Vos, Alejandra,
que te erigiste en pájaro mitológico,
cantando abismos de silencio y palabra,
¿qué abominable destino
te impidió desovar luz allí mismo,
en los meandros de tu mente,
consagrada al ulular de los vientos
que la noche al primer sueño amarra?

Vos, que pudiste amar los espejos,
quizá los mismos que a Borges tanto horrorizaban,
¿cómo no encontraste -en tu visión última-
la imagen prístina que te reconciliase
con la verdadera Alejandra:
aquella que puede conjurar pesadillas
de rostros incendiarios,
para que ella te abriera paso
a la mayor de las auroras:
la que te hubiera nutrido con tu esencia y linaje
de soñadora impenitente,
capaz de atravesar todos los fuegos
para acariciar la rosa distante
y nunca temer sus espinas,
convirtiéndolas -con alquimia de sigilosa lucidez-
en peldaños que te llevaran -sin escalas-
en espiral hacia el Infinito?

Vos, Alejandra,
que arremetiste contra el velo
detrás del cual nos contemplan
nuestros ancestros y aún los dioses,
sin importarte las admoniciones del Dante,
¿a qué poeta iluminado comunicarás
tu privilegiada visión,
lejos por igual del dolor y la apatía?

¿Cuánto habré de preguntarte
antes de que una misma luz
nos permita disfrutar de un eterno presente
jugando a dialogar,
con la íntima certeza de sernos uno,
-olvidados de nuestros nombres
y de la vana insistencia
en sentirnos cuerpos distintos-,
ya sin la sombra de ser, vos, la hechicera
y yo, el hechizado?

                           Rafael Roldán Auzqui


ANTE UNOS OJOS DESBORDADOS DE ETERNIDAD*


Desde la macabra mansedumbre
de su ojo
estancado en el presente
el primer saurio
que pisó el planeta
me contempla.

Libre de la intemperie

hace milenios
que arrastra su techumbre.

Presa de sí misma

desconoce la libertad
de elegir guarida.

En su boca
hecha de erosiones y diluvios
la eternidad sonríe.
(Quizá no sea una sonrisa.
¿Quién no vacila
ante los labios de La Gioconda?
Más aún ante una tortuga
que ni siquiera participa
de las veleidades del arte).


Bajo anticuado ropaje biológico
se empecina
en desafiar la leyes evolutivas.
O ha alcanzado una forma de perfección
que nuestra soberbia ignora.



 Rafael Roldán Auzqui
    
* poema traducido al inglés y al sueco.



Devant une Tortue*

 Depuis la macabre mansuétude
 de son oeil
 stagnant dans le présent
 le premier saurien qui a mis les pieds sur la planète
 me contemple.

Ca fait dés milénaires
qu'elle tire de son toit
libérée à l'intempérie
Emprisonnée par elle-même
méconnait la liberté
de choisir son répaire.

L'eternité souri
dans sa gueule
 faite des érosions et de déluges
 (Il se peut que ne soit pas un sourire.
 Qui ne trébouche pas
 devant les lèvres de la Gioconde?
 Encore plus devant une tortue
 qui ne participe guère
 aux veilleités de l'art.)

 Sous un démodé accoutrement biologique,
 elle s'entête
 à défier les lois évolutives.
 Ou elle a atteint
 une forme de perfection
 que nôtre superbe ignore.

*Traducción al francés: Laura Bernardi




Agradecemos al ilustrador y músico argentino Daniel Acosta por la gentileza de prestar su dibujo.

CONFESIÓN









Yo
     que fuí pájaro
     que caminé profundo
     que soy atravesado por una ráfaga de locura irredenta
     que sobrevivo a naufragios incendiarios
     que vi a la muerte mirarme de soslayo
     que ardo en el mercurio de la voz
     que no me inclino ante ídolos de barro
     que sentí sobre mis espaldas la sombra de Dios
     que fuí tantos
                          renuncio
                          a este yo exasperante
                          me postro en la gruta del silencio
y en Vos
              me olvido.


  Rafael Roldán Auzqui


RECORDÁNDOTE, BORGES




A J.L.B. In memoriam.

Una mujer te trajo a este mundo.
Otra te acompañó
hasta los umbrales del más allá.
Ciego fuiste aquí
-para leer aun en la oscuridad-
y -seguro- eres vidente
donde quiera que estés.
Luz y sombra fueron las espadas
con que enfrentaste 
los desafíos de la vida.

Esta ilusión de sobrevivirte
me sobrecoge a cada instante:
¿quién sobrevive a quién?
Te conocí en mi adolescencia
y -desde entonces-
leo y releo tus escanciados versos
y -con infructuosa paciencia-
busco el poema que te dedicara
cuando todo en vos se hizo inmortal.
Quizá tus fantasmales manos
están gestando con él
una merecida antología del olvido.

Mientras pienso y medito
en el ir y venir del tiempo
me doy cuenta
de que ya no es tu muerte
la que me apremia
ni la inmediatez de la conferencia
que tu fama te impidió dar
en la Córdoba de los setenta
a la que -iluso- pretendí asistir.
No es tampoco tu recuerdo
que -subrepticio- se deslíe
en esta evanescente evocación.

Sólo insiste en mi mente
-frente al prodigio de tus letras-
el saberte tan humano
que necesitaste una mujer
para venir al mundo
y otra para irte de él.
Ellas bastaron para tu vasta literatura.

No, Borges,
tu paradójico juego
de ser olvidado
nunca será posible.
Somos ya tres
-número que es semilla del infinito-
quienes lo vuelven ominoso:
aquellas dos mujeres
que prologaron tu futuro
-en esta y en la otra orilla-
y yo -tu oscuro lector-
que no sabiendo si tendré tu dicha postrera
soñaré con ese sueño
y -mientras la vida se me escapa de las manos
como ese poema que alguna vez te escribí-
también -a no dudarlo-
te aferraré a mi memoria.

  Rafael Roldán Auzqui