Cada día hacemos patria
en misteriosa y real construcción:
cimientos y ladrillos centenarios
son su historia fundante.
Y en su argamasa
reconocemos nuestros desvelos
y aun deserciones:
al fin de cuentas
nadie puede distinguir
ante la sal de las lágrimas.
La Patria no es una abstracción:
se vislumbra
en el rostro de los ancianos
que hoy viven cosechando sabiduría
y en los ojos de los recién nacidos
donde fulgura su inocencia primordial.
A la Patria nadie puede engañarla
a pesar de los falsos juramentos:
ella ondea altiva en los mástiles
y a la vez llora su futuro
cuando hay niños olvidados
de estómagos vacíos
delatando la insaciable gula
de gobernantes de pacotilla.
La Patria es un río anchuroso
en el que navegan ricos y pobres:
a estos les pide paciencia y valor
y a aquellos conciencia y humildad.
Porque no habrá felicidad ni real soberanía
si en el corazón de la Patria
no late un poderoso sentimiento
de hermandad y de unidad
que nos aliente a un noble propósito
de ser hijos e hijas de la tierra argentina.
Córdoba, 9 de julio de 2013
Rafael Roldán Auzqui
Hermoso poema, Rafael.
ResponderEliminarComparto su espíritu y tus buenos deseos.
Tan hermoso como el blog que he disfrutado recorriéndolo. ¡Felicitaciones, amigo!
Me he sumado a tus seguidores y he añadido la dirección entre los blogs amigos de "Hojas de Haiku".
Nos seguimos acompañando.
¡Un gran abrazo patrio!
Muchas gracias, querido amigo y poeta, Juan Carlos!!!...
EliminarCelebro que disfrutes del Blog, sobre todo, dada tu condición de vate!!!...
Y te agradezco especialmente por incluirme en tus especialísimas "Hojas de Haiku", que recomiendo desde ya a quienes se interesan por el fascinante mundo del haiku.
Un gran abrazo!!!...